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FRANCISCO GONZALEZ ACUÑA:
Semblanza Humana e Intelectual.
José María
Montesinos Amilibia
Facultad de Ciencias
Matemáticas
Universidad Complutense
de Madrid, España.
Me cumple hoy reaizar
una gratísima tarea. Se trata de escribir unas palabras en honor
de un amigo y colaborador muy querido, matemático ilustre y una
de las inteligencias más penetrantes y luminosas con que cuenta
hoy la gran Nación de México. Yo agradesco mucho la honra
que la Sociedad Matemática Mexicana me dispensa, por conducto de
sus editores, al pedirme escribir esta breve nota. Y lo hago de corazón,
aun cuando muy presente tengo la incapacidad de mi pobre pluma para expresar
siquiera débilmente los sentimientos de aprecio y respeto que abrigo
hacia ese fenómeno de las matemáticas que llamamos Fico.
Tuve la suerte de
conocer la existencia de Fico gracias a una conversación con Don
Ignacio Canals, quien a la sazón, año 1972 creo, visitaba
en Madrid a Don Francisco Botella, "mi catedrático" (como
entonces se decía) que lo era de la Cátedra de Geometría
Analítica y Topología de la Universidad Complutense de Madrid.
Acababa yo de escribir un artículo, en español, y quería
enviarlo "fuera". El Profesor Canals me dijo con su suave acento
mexicano: "por qué no lo envías al Boletín,
en México; allí seguramente lo verá Fico; y yo te
lo presentaré". Y así se inició una relación
epistolar que fructificó en un artículo escrito a tres bandas
(con J. Birman) sin que ninguno conociera al otro personalmente. Al intercambiar
cartas en relación con ese trabajo me di cuenta de que estaba ante
un matemático nada común: su interés por la generalización
hasta límites inconcebibles para mí, me llenó de
asombro, no menos que su peculiar modo de redacción. Claramente
se veía, en aquel papel de cartilla de niño y en los trazos
firmes pero irregulares de un lápiz sin punta, y humedecido a mordiscos,
que aquello era un trabajo de miniaturista medieval. Estos primeros contactos
fueron tan fructíferos que yo rabiaba por ver cara a cara al Fico
de carne y hueso.
Y la ocasión
se presentó en el verano de 1977. Ficome invitó al Instituto
de Matemáticas, me recibió en el aeropuerto en su indescriptible
carro, y pasamos tres meses trabajando juntos. Esta es una de las experiencias
que cada vez que se repite, con ocasión de nuestros mutuos encuentros,
me produce mayor placer. El que haya tenido la suerte de platicar con
Fico sobre matemáticas lo sabe. Charlábamos de ello en el
coche; en la calle; en la consulta del dentista; comprando tortillas;
jugando bésbol; en su casa, rodeados de niños y con su media
naranja, la inefable Susana, que, recuerdo, hacía todo tipo de
comentarios extramatemáticos. En fin, en todas partes. Pero Fico
ni perdía la calma ni el hilo. Era la paciencia en persona. Y de
un día a otro, seguía manteniendo templado el pulso sobre
el problema que fuera. Y otra cosa que me llenaba de admiración
era su frase: "¡ Tienes razón !". ¡Como si
la feliz idea hubiera procedido de mí! Una simple observasión
que se me ocurría sobre la marcha le sumía en un tranquilo
silencio que al cabo de muchísimo rato cristalizaba en su habitual
"¡ Tienes razón !". He de confesar que casi siempre
me tomaba a contrapié: él había estado pensando tan
largo rato, que ya mi mente había olvidado lo que le había
dicho, y cuando me lo repetía, aquello yo no lo reconocía:
casi siempre era un impecable enunciado matemático. Ya sé
que alguno dirá que exagero; pero, no; fue en esos meses cuando
mi respeto y admiración a tan penetrante inteligencia, unida a
tal hombría de bien, a tanta generosidad y a un tan fino sentido
del humor labró la irrompible amistad que me une a Fico.
Otra de las características
de Fico, que creo incide profundamente en su modo de ver las matemáticas
es su pasión por el juego. Un juego cualquiera, en sus manos, se
convierte en matemáticas. Y estoy por decir que él concibe
las matemáticas como un juego. Es característico del juego
el aspecto que tiene de reto, de "torito" como diría
él. Y así, muchos de sus más importantes resultados
matemáticos resuelven más o menos famosas preguntas. Por
ejemplo, el problema U de Neuwirth ( en su libro Knot Groups) sobre si
un grupo finitamente generado, de deficiencia menor o igual que cero y
de peso uno es imagen homomorfa del grupo de un nudo, está resuelto
por Fico en un hermoso y terso artículo en los Annals of Mathematics
en el que además aparecen reseñadas algunas observaciones
de J. Milnor. Otro caso, del que fui testigo cercano, es lo que Fico llamaba
(no sé si como albur) " el último problema de Fox":
sobre si existen grupos de 2-nudos con infinitas terminales, también
resuelto y publicado en la misma revista, y que así mismo contiene
algunas indicaciones de J. Milnor.
Evidentemente, este
no es el lugar (ni el tono) para hacer justicia a la obra matemática
de Fico. Desde sus primeros trabajos, en los Anales del Instituto de Matemáticas
(UNAM), ya se ve el estilo inconfundible que le seguirá después
hasta sus más recientes publicaciones: amor por la precisión,
la generalización inteligente, la estrategia ajedrecística
del jaquemate. Sus trabajos son perfectos. Hoy, cuando aparecen tantos
trabajos mal escritos y casi incomprensibles, el estilo de Fico brilla
como un faro en las tinieblas. Su obra es relativamente extensa y, toda
ella, excelente: pauca sed matura parece ser también su
lema. testigos: los numerosos manuscritos que guardan publicación
en la sentina de su inseparable bolsón. Yo he visto asomar de su
bolsa, el mismo manuscrito que vi hace veinte años, retocado una
y mil veces. Pero así es Fico. Hombre tranquilo, enemigo de alharacas,
y de una tenacidad sin límite.
Fico fue, como Milnor
y muchos otros que no podemos recordar aquí, discípulo de
Ralph H. Fox. Bajo la dirección de este gran matemático
de la Universidad de Princeton completó Fico en 1969 su Tesis doctoral,
de la que conservo con cariño un ejemplar. Fue publicada en parte
en el volumen 15 del año 1970 del boletín de la Sociedad
Matemática Mexicana bajo el título "Dehn´s construction
on Knots". Este trabajo es una verdadera mina geométrica,
que marcará las líneas de fuerza de la futura investigación
de Fico. Allí aparecen en germen muchos de los problemas que luego
resolverá sólo o con ayuda de alguno de sus múltiples
colaboradores. Pues una característica muy suya es la facilidad
de ponerse siempre al nivel de conocimientos de su interlocutor. Eso,
que es prenda valiosísima del buen maestro, es en él instintivo.
Tranquilamente, despacio, va desarrollando sus ideas de modo que seguirle
resulta fácil y placentero. La colaboración con él
es pues natural y estimulante. Por eso sus conferencias son tan apreciadas:
buen estilo; buenas matemáticas. Como dice L. Neuwirth en la introducción
al libro Knots, groups and 3-manifolds, publicado en memoria de Ralph
H. Fox: "La influencia de un gran maestro y soberbio matemático
se mide por su obra publicada, por las obras publicadas de sus discípulos,
y, tal vez lo más importante, por la atmósfera matemática
que creó y ayudó a mantener". Pienso que en estas tres
facetas la labor de Fico es igualmente memorable. Que sigamos disfrutando
de su amistad, de su fino humor, de su alegría y de sus matemáticas.
Fico: ¡muchas felicidades en tu sexagésimo "twist spinning"! |
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