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Pionero de la Lógica
Matemática en México.
Por Judith Zubieta
Con frecuencia, muchas
personas piensan que los grandes maestros, los investigadores de hoy en día,
tuvieron una infancia y vivieron en ambientes familiares donde se provolegiaba
la cultura y el conocimiento, por encima de cualquier otra inquietud. El casa
de Gonzalo Zubieta es uno, de los seguramente muchos ejemplos, donde tal no
ocurrió, a pesar de ser el menor de 3 hermanos que optaron por la Matemática
como forma de vida.
El
rancho
"Mi
función era desgranar el maíz, desjolocharlo (1) y molerlo en
un molino manual en el que había que darle vuelta a una manivela. En
el rancho donde viví hasta los 9 años de edad, yo era el encargado
de darle de comer a los animales domésticos y de todo lo que tenía
que ver con la vida agrícola; a mí me gustaba mucho sembrar".
Quienquiera
que lo conozca, sabe de la formalidad de su plática, de su permanente
búsqueda por conceptos y descripciones precisas, aún cuando
se trate de una charla informal o se encuentre departiendo en un evento social.
Al recordar
su infancia, este formalismo le abandona y sus ojos azules brillan con la
misma intensidad y entusiasmo que advertimos cuando habla de su maestro Carlos
Graef, de su interacción con Alfonso Church cuando estuvo en Pricenton
o de su indeclinable labor social.
"Mi
papá era un hombre muy autoritario, por eso yo trataba de mantenerme
alejado de él." Pese a la firme intención de su padre de
retener en el rancho a sus cinco hijos varones, sólo lo consiguió
con dos; los otros tres (Francisco, Luis y Gonzalo, en orden conológico)
optaron por continual los estudios que habían iniciado en el Liceo
Carmelita de la Ciudad del Carmen, en Campeche. No deja de sorprender que,
a pesar de lo recio del carácter de su padre, haya sido su mamá
quien enfatizara la importancia de que sus hijos asistieran a la escuela,
apesar se que ello significara desprenderse de ellos a temprana edad y disfrutarlos
exclusivamentes en los periodos vacasionales.
Hay muchos
recuerdos de esa época. Por ejemplo las veladas familiares, cuando
todos habían terminado sus respectivos trabajos y cumplido con sus
muy diversas responsabilidades, en las que su papá - este hombre que
se pasaba todo el día montado en un caballo - sacaba el violín
y se ponía a tocar. Si la dedicación de Gonzalo Zubieta a la
guitarra tiene o no relación con la afición de su padre por
el violín, es un tema que no se ha podido esclarecer pero lo que sí
se puede afirmar es que la tozudez y dedicación con la que durante
tantos años ha buscado nuevos materiales para mejorar el proceso de
enseñanza-aprendizaje de la Matemática en el Bachillerato son
las mismas que le han permitido convertirse en un buen guitarrista.
La
preparatoria
A los
17 años, y gracias a la mediación que Francisco su hermano logra
con su padre, Gonzalo se traslada a la capital para inscribirse en la Escuela
Nacional Preparatoria. En ese entonces, sólo había un plantel,
ubicado en el magnífico edificio de San Ildefonso. "Con sólo
presentar tu certificado de secundaria, te inscribías en el Bachillerato
de tu interés. Había cinco áreas optativas y tres turnos;
a mí me asignaron al grupo CIN que correspondía al área
de Físico-Matemáticas, en horario nocturno".
Al igual
que sus hermanos tuvieron como maestro ejemplar a Don Manuel López
Aguado, Gonzalo Zubieta recuerda a dos profesores de la Prepa que, sin duda,
lo motivaron a elegir a la Matemática como profesión, abandonando
la idea de estudiar Ingeniería, como era su deseo al ingresar a la
Nacional Preparatoria; Enrique Valle Flores, quien enseñaba Algebra,
y el maestro García Pérez, originario de Nicaragua y profesor
de Geometría. En Valle Flores reconoce un rasgo que él mismo
le ha caracterizado por muchos años: la formalidad. Las explicaciones
de Valle Flores, estudiante en ese entonces de la Facultad de Ciencias, eran
muy formales, "A mí esto me agradaba pero a los demás compañeros
les chocaba."
Hablar
del bachillerato con él es una experiencia fascinante. Durante ya casi
10 años, ha impartido clase en las dos opciones que ofrece la Universidad
Nacional Autónoma de México; esto es, en la Escuela Nacional
Prearatoria (más específicamente el Plante 6) y en Colegio de
Ciencias y Humanidades, Plantel Sur. En el primero ha enseñado Algebra;
en el segundo, Lógica. Incapaz de emitir un juicio sobre las afinidades
o sobre las diferencias entre cada uno de estos sistemas, es categórico
al afirmar que el bachillerato único, como se lleva hoy en día,
debería modificarse, permitiendo al estudiante, desde el primer semestre,
elegir el área de su interés. La razón es cencilla y
la explica en los siguientes términos: a los alumnos no les interesan
todas las materias que tienen que cursar obligatoriamente; esto, aunado a
la multiplicidad de distractores de la vida moderna, hace que no siempre pongan
el mayor de sus esfuerzos ni dediquen buena parte de su tiempo al estudio.
Ser
"Maestro"
Una de
las explicaciones que él encuentra a la falta de interés en
los alumnos por la Matemática radica en la ausencia de maestros que
asuman un verdadero papel de liderazgo. En su memoria es imborrable la imagen
de Graef, de López Aguado y de algunos otros maestros de aquella época
que asumían ese rol, tanto en lo que refiere al impacto que ellos tenían
en la gente a su alrededor como en la percepción que ellos tenían
de sí mismos al ser parte del grupo de "los grandes". Unos
de los problemas de que ahora nadie se sienta líder, en el sentido
estricto de la palabra y de acuerdo con su opinión, tiene que ver con
el dramático deterioro en el suelo de los maestros.
Al recordar
sus primeros años en la Universidad, reflexiona sobre el impacto negativo
que ha en la docencia, especialmente en los niveles de enseñanza media
y media superior, el fenómeno que él denomina "proletarización
del profesorado". Al calificar el abandono paulatino de la educación
por parte del Estado como causante del deterioro en los ingresos de los académicos,
afirma que en la medida en que el ingreso disminuye,la persona que lo percibe
se devalúa ante los demás. Por esa razón, argumenta,
la sociedad también ha perdido al respeto hacia quienes se dedican
a la vida académica.
"Cuando
yo llegué aqui mi hermano Pancho daba clases en el Colegio Militar.
La sexta parte de lo que él percibía mensualmente por 4 hrs.
de clase a la semana era suficiente para pagar la renta del departamento en
el que vivía su familia y yo. La única evaluación a la
que estuvo expuesto fue la previa a su ingreso: asistió a una entrevista
en la que fundamentalmente se le pidió su opinión sobre el material
que serviría como libro de texto (de Edouardo Goursat); después
de ésta, nunca lo volvieron a molestar". Con esta reseña
parece entonces ocioso preguntarle a Gonzalo Zubieta su opinión sobre
el Sistema Nacional de Investigadores o sobre los programas de estímulos
actualmente vigentes en la mayoría de las instituciones de educación
superior del país. "Yo no ando buscando lo que está de
moda; yo me dedico a lo que pueda ser original y que a mí me interese.
A veces dejo alguna línea de investigación por un tiempo y luego
la retomo, permitiendo que en ese lapso algunas de las ideas que puede haber
tenido en el pasado hayan madurado." Tal es el caso del Análisis
No Estándar, tema de investigación que le ha atraído
durante varios periodos de su vida y al que actualmente dedica buena parte
de su tiempo. Sus contribuciones a la Lógica Matemática, tema
que llamó su atención desde la carrera y en el que desarrolló
su tesis de licenciatura, fueron ampliamente reconocidas en el libro "Mathematical
Logic" de Alonso Church y atestiguadas por Kohen, ambos distinguidos
profesores de la Universidad de Princenton, donde él pasó una
larga temporada.
Si hay
alguna enseñanza adicional derivada de la vida de Gonzalo Zubieta,
más allá de sus aportaciones como investigador y como docente,
ésta es, sin duda, que su vida siempre ha estado regida por una enorme
congruencia entre sus acciones y sus muy sólidos principios. Así
como manifiesta detestar el ruido y las modas en cualquier terreno, así
se entrega apasionadamente a los temas que van captando su interés.
Uno de los que recurrentemente han ocupado buena parte de su tiempo es, precisamente,
motivar la curiosidad y la ilusión de los alumnos. Quienes hemos tenido
la suerte de ser testigos de su rigor en clase, de su inmejorable y muy prolija
escritura manual, de su manera de utilizar al máximo el siempre reducido
espacio de un pizarrón, de su orden en la exposición de cualquier
tema, sin duda hemos experimentado la ilusión: la ilusión de
aspirar a tener la capasidad que nos permita poder emularlo cuando estamos,
gis en mano, frente a un grupo y la ilusión de encontrar en nuestro
recorrido profesional un mayor número de profesores "con aureola"
como él mismo habla de algunos de sus grandes maestros de antaño.
Abril
de 1997
1 En Tabasco, de donde es originario el Maestro Zubieta,
se llama "joloche" a las hojas secas que envuelven la mazorca; "desjolochar"
el maíz es limpiar el elote de las hojas que lo envuelven. |
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